El tono que usó fue como si sintiera mucho odio hacia ella y, a decir verdad, la mujer estaba ansiosa por ver cómo le desagradaba.
"¡Está bien, está bien, iré de inmediato!", dijo para luego correr hacia el baño.
Gregary era de hecho el hombre más rico, así que, solo el baño era más grande que la casa de Laurel.
Tenía una bañera de hidromasaje automática para dos personas. Además, la temperatura del agua se controlaba remotamente, así que cualquiera podía bañarse sin preocuparse de que esta se enfriara.
Él realmente sabía cómo engreírse.
Ahora bien, Laurel había estado ocupada durante los últimos dos días, por lo tanto, como no pudo ducharse la noche anterior, tenía un olor muy extraño.
Entonces, después de sumergirse en la bañera, no pudo evitar suspirar cómodamente y, al apoyarse en el borde, se quedó dormida sin darse cuenta.
Probablemente, porque estaba demasiado cansada.
Mientras tanto, Gregary estaba acostado en la cama con los ojos cerrados. Ya estaba amaneciendo, pero él estaba inusualmente inquieto; no tenía nada de sueño y no podía evitar las ganas de destrozar algo para descargar su ira.
De hecho, el que Laurel llegará y pudiera oler su aroma fue lo único que pudo tranquilizarlo.
Él estaba encantado gracias a aquello, pues no quería que los demás lo miraran como si fuera un monstruo.
Si ella en verdad podía curar su mal genio, entonces no le importaba mantenerla con él por más tiempo.
Los minutos pasaban lentamente pero no parecía haber ningún movimiento en el baño.
Había transcurrido más de media hora desde que había entrado, así que no pudo evitar preguntarse qué demonios estaba haciendo adentro.
Entonces, frunció el ceño y se levantó impaciente con dirección al baño. Cuando llegó, pateó la puerta y gritó; "Oye, ¿qué estás haciendo? ¿Por qué tardas tanto?".
Laurel estaba teniendo un hermoso sueño en el que iba a morder una deliciosa presa de pavo, pero justo cuando abrió la boca para hacerlo, escuchó el rugido de Gregary desde afuera.
En ese momento se asustó tanto que le temblaron las manos, se le cayó el pavo, y se despertó de inmediato.
Cuando vio el rostro sombrío del hombre parado frente a ella, no pudo distinguir si era otro sueño o la realidad. "¡Mi pavo! ¡Gregary, mi delicioso pavo! ¡Debes compensarme por mi jugosa carne! ¡Te odio!", se quejó ella.
El hombre se quedó atónito por un momento, y luego apretó los dientes y dijo; "Mujer, ¿cómo te atreves a regañarme? ¡Si no te doy una lección hoy, entonces no soy un Stewart!".
Mientras hablaba, se quitó la bata, la tiró a un lado y se metió directamente en la bañera.
Ella no esperaba que él hiciera esto, así que, mirando el bulto de su cuerpo escasamente vestido, se asustó mucho. "¡Ah! ¡Pervertido! ¡No te acerques!".
Acto seguido, se puso de pie para salir corriendo, pero el hombre la atrapó con fuerza. "Oh, ¿en verdad quieres irte?".
"¡Gregary, no hagas esto! Hablemos, ¿de acuerdo? ¡No es necesario ir a lo físico!".
A pesar de que tenía las manos como garras para defenderse, sus fuerzas para escapar eran nulas. Estaba completamente expuesta, desnuda frente al hombre y avergonzada.
Él recorrió su cuerpo de arriba abajo con la mirada, y sus ojos fueron reflejando pasión poco a poco. A continuación, su enorme cuerpo la obligó a arrimarse a la esquina de la pared.
"En lugar de lo físico, quieres que use mis labios, ¿verdad? Buena chica, no esperaba que tuvieras un gusto tan intenso". Gregary sonrió con satisfacción y agregó; "Este es solo un pequeño deseo. ¡Puedo satisfacerte por completo!".
Cuando terminó de hablar, mordió inmediatamente el lóbulo de la oreja de la mujer.
"¡Eso no es lo que quise decir! Ahh... Aléjate...". Laurel no podía decir las cosas de forma natural, ya que su boca estaba cubierta.
La temperatura en la habitación seguía subiendo, y aunque el hombre no la llevó directamente al último paso, la hizo sucumbir lentamente ante él.
"¿Qué demonios estás haciendo? ¿Por qué ese olor surgió de nuevo?".
Su cuerpo no escuchaba sus órdenes y solo pudo seguir su instinto como respuesta.
"Ahh... ahh... ahh...". Sus gemidos incontrolables siguieron el cambio de los movimientos del hombre y eran muy agradables de oír.
En tanto, el Sr. Lee, que estaba afuera apoyado contra la puerta, llevaba media hora escuchando lo que sucedía en la habitación hasta que se le entumecieron los pies. Finalmente, escuchó las ambiguas voces en la habitación, abrió sus viejos y mareados ojos con entusiasmo y quiso gritar.
¡Qué alivio! ¡Su joven y sabio amo finalmente pudo tocar a una mujer! ¡No era gay, y mucho menos impotente!
Entonces, quitó la cerradura de la puerta, dio un gran paso satisfecho y se fue.
Dentro de la habitación, Laurel había perdido la fuerza en su interior por completo.
Solo pudo cubrirse impotentemente la cara con las manos mientras las lágrimas caían al sollozar ahogadamente.
Gregary la abrazó y se echó a un lado con satisfacción. "¿Por qué lloras? No te he hecho nada".
"¡Vete! ¡No quiero verte!". La mujer se dio la vuelta con dificultad y solo le dio la espalda.
Aunque él no había completado el acto sexual, ella no le veía la diferencia.
Por su parte, Gregary no sabía lo que le había pasado, pero al ver su mirada indispuesta, su corazón se ablandó y la dejó en paz. Todavía necesitaba sacarle provecho, así que era mejor que esté tranquila.
En ese momento, volvió a recordar el asunto y su rostro de repente se tornó sombrío. Puso a Laurel en sus brazos y la cubrió con una colcha. "¡Duerme! O de lo contrario, ¡te comeré!", dijo agresivamente.
"¿Me comerá?", pensó.
Cuando lo oyó, la chica no se atrevió a moverse más, pues le preocupaba mucho que él no pudiera evitar hacerle el amor en ese momento.
Tener su delicado y suave cuerpo entre sus brasos, fue muy agradable para el hombre. Al oler su dulce aroma, sus tensos nervios se relajaron gradualmente, cerró los ojos y finalmente se durmió.
Por otro lado, aunque la mujer estaba muy cansada, no podía conciliar el sueño en ese lugar, pues se le hacía muy extraño.
De pronto, al escuchar la constante respiración detrás de ella, su corazón se aceleró. Entonces, apartó el brazo del hombre en silencio, levantó la colcha y se puso de pie.
Al segundo siguiente, se vistió, recogió sus zapatos y se dispuso a salir a escondidas.
Como no quería dormir con él, quería encontrar una habitación de invitados para pasar la noche.
Cuando salió, notó que habían muchas habitaciones; no obstante, se fijó en la que tenía en frente, donde colgaba un osito rosa, y sus ojos se iluminaron.
Con mucha curiosidad, abrió la puerta y al entrar, se dio cuenta que era como una especie de guardería.
La decoración rosa era diferente a la de los demás lugares del castillo. La cortina rosa de la alcoba y las estrellas pintadas en el techo eran tan fantasiosas como las de una princesa.
Se fijó bien en la cabecera y, a través de la tenue luz, miró a la persona que estaba acostada allí.
En la cama rosa, Julie dormía feliz y profundamente mientras abrazaba a su muñeca.
Sus largas y gruesas pestañas se veían tan bonitas, sin mencionar su blanca carita regordeta sonrojada, que la hacía lucir extremadamente linda.
El corazón de Laurel se derritió, y no pudo evitar acercarse a la cama, pues tenía muchas ganas de verla con claridad.
No tenía ni idea con lo que estaba soñando, pero la niña frunció el ceño de repente y se inquietó.
Al segundo siguiente, soltó la muñeca que tenía en la mano, se dio la vuelta y sujetó la mano de la mujer con fuerza. "Mami, me equivoqué. No lo volveré a hacer, te lo prometo...".
Aquella palabra, "mami", hizo que su corazón se acelerara, y que sus ojos se pusieran rojos.
Irracionalmente, abrazó a Julie con fuerza y la persuadió con un suave tono de voz. "¡Bebé, mami está aquí! ¡Buena niña! ¡No tengas miedo!".
La pequeña se acurrucó en su abrazo y dejó de moverse. Luego, se calmó gradualmente y se durmió contenta.
Mientras la chica miraba aquel infantil rostro sonrojado, no pudo evitar inclinarse y darle un beso.
Sin embargo, en ese momento la puerta de la habitación se abrió de un empujón.