Una figura alta y esbelta salió del ascensor rodeada de una congregación de élites con vestimentas elegantes y de aspecto profesional del Grupo Stewart.
Por sí sola, esa figura destacaba fácilmente entre la multitud por su físico alto y erguido, pero sobre todo por su semblante exquisito. Era imposible ignorar a ese hombre.
En ese instante, Laurel salió de su aturdimiento al escuchar el chasquido del ascensor y giró la cabeza en dirección al sonido.
"¡Gregary Stewart!" Una voz nítida y suave con un toque de sorpresa se escuchó a lo largo del pasillo.
Ella se acercó con su bolso y se paró frente a Gregary.
El alegre parloteo de los altos cargos que seguían a Gregary se detuvo de forma abrupta. De repente, sus miradas de sorpresa se tornaron hacia Laurel.
"¡Esta mujer es demasiado osada! ¿Cómo se atreve a llamar al presidente por su nombre completo?"
Gregary también se detuvo, pero su mirada fría parecía impenetrable. Después se rio entre dientes y preguntó: "Señorita Laurel Kelly, ¿sabes cuánto dinero puedo ganar en una hora?".
"¿Cómo?" La chica se sintió muy incómoda bajo las miradas curiosas de los que tenía a su alrededor. La repentina pregunta de Gregary solo la confundió aún más.
Sus ojos lanzaban un brillo especial que la dejó perpleja.
Ella sacudió la cabeza.
El hombre se burló de ella con frialdad. En el ambiente se podía observar una sensación de superioridad condescendiente en la forma en la que él le hablaba. "¡El grupo de Stewart obtiene una ganancia de diez millones de dólares la hora!"
"..." Laurel sintió que la comisura de la boca se tensaba.
¡Era impresionante!
Pero, ¿a qué venía todo esto? ¿Por qué presumía y hacía alarde de su riqueza en su cara?
En realidad, a ella no le importaba lo más mínimo lo rico que era.
"Gregary Stewart, ya sé que eres rico. Pero la razón por la que vine aquí es..."
Su rostro se amargaba conforme hablaba y antes de que ella tuviera la oportunidad de terminar su discurso, la interrumpió sarcásticamente: "¡Señorita Laurel Kelly! Ayer dijiste que ya no nos debíamos nada, ¿y ahora te presentas aquí despreciándome? ¿De verdad crees que tengo tiempo para tu estúpido juego?
Tan pronto como terminó de pronunciar estas palabras, los empleados que estaban detrás empezaron a reírse entre dientes.
Desde un punto de vista exterior, las palabras de Gregary suponían que Laurel era una mujer desvergonzada y demasiado confiada que insistía en perseguirlo, incluso después de que él la rechazara.
Laurel lo maldijo para sí misma.
¡Así que eso era lo que él quería decirme!
Debería haber sabido que no saldría nunca nada bueno de él.
El rostro pálido de la chica se oscureció al instante. Laurel no estaba dispuesta a perder más el tiempo ni las fuerzas en este asunto. Entonces sacó la tarjeta de crédito de su bolso y se la puso en la mano del hombre.
En ese momento, sus dedos se tocaron. Los dedos blanquecinos de la joven tiraron con suavidad de los suyos callosos. Inesperadamente, el tacto cálido y suave de Laurel le dio escalofríos.
De inmediato, el rostro de la joven se volvió rojo de ira. "¡Esta es la matrícula de Ansel! Aunque no tengo mucho dinero, ¡no necesito tu caridad! Ya puedes ganar diez o cien millones de dólares la hora, ¡no me importa! ¡No necesitas alardear de tus riquezas delante mí!"
"¡Uf!" ¡Después de eso, se apartó su cola de caballo de la cara, levantó la barbilla y caminó hacia la puerta con aire desafiante!
Ella no trabajaba para él y por eso no había razón para que ella soportara su arrogancia.
Mientras tanto, Gregary se pasaba la tarjeta que le dio entre los dedos a la vez que miraba fijamente la silueta tenaz de la mujer al caminar hacia la salida. Un atisbo de oscuridad brilló en sus ojos y sus delgados labios se curvaron en una fría sonrisa.
"¡Alto ahí!"
Laurel se detuvo en el acto y se dio la vuelta. Levantó las comisuras de sus labios, imitando su expresión fría, y dijo: "Señor presidente, puedes estar seguro. ¡Nunca más te molestaré!".
¡Incluso si todos los hombres del mundo estuvieran muertos, ella no querría tener nada que ver con este hombre desagradable y arrogante!
La expresión de Gregary se volvió fría al instante, al igual que el aire a su alrededor.