Desperté un poco aturdida, ni siquiera me acordaba de lo que había pasado, solo sabía que estaba en la antigua habitación de Leonardo, la que alguna vez compartimos.
_ ¿Qué sucedió? – pregunté sonriendo y tratando de apaciguar la mirada de tristeza de Leonardo.
_ Te desmayaste. – respondió. – No debimos venir, Camila, y tampoco debimos hacer el amor así. – mencionó.
_ ¿Así cómo? – pregunté, no entendía por qué estaba diciendo estas cosas. – Leonardo, lo que me pasó no tiene nada que ver con lo que hicimos. – mencioné. – Dime, recuerdo haber visto a mis padres, ¿Fue verdad o solo producto de mi imaginación? – pregunté.
_ Es verdad, Camila. Ellos están abajo, pero al parecer, no saben nada del embarazo, no sé si quieres… - no lo dejé terminar.
_ Ellos no pueden enterarse, Leonardo, por lo menos no ahora. Los conozco, no estarían de acuerdo con lo nuestro. – mencioné, él se ganó a mi lado.
_ Camila, no te dejaré ir, interpóngase quien quiera, no serán capaz de llevarte de mi lado. – respondió el hombre que estaba a mi lado. – No te preocupes por ello, amada mía.
_ Lo que no entiendo es, ¿Cómo pudieron llegar aquí? – mencioné sonriendo desprevenidamente. – Nunca les dije nada de esta casa, me parece impresionante que hayan dado justo aquí. – mencioné nuevamente.
_ Creo que tengo la respuesta, Camila. – mencionó. – Fue mi padre, él dio con tus padres y los trajo hasta aquí, para que pudieran formar parte de esta cena, y por lo que he escuchado, él y tu madre se llevan muy bien y están de acuerdo en qué, nuestra relación es una locura. – agregó.
_ No me sorprende, tu padre siempre me ha odiado, y mi madre igual lo ha hecho. – mencioné sonriendo. – Nunca fui la clase de hija que ella deseó, pero me acostumbré a ello.
_ Eres maravillosa tal y cómo eres, Camila. Que nadie nunca te haga dudar de ello, te amo… Te amo con mi vida. – mencionó Leonardo sonriendo y acercándose a mí para besar mi frente.
_ Yo también te amo, Leo. – mencioné sonriendo y buscando sus labios para besarlos, correspondió a mis deseos, además de acariciar mi barriga en círculos, me hacía sentir que el corazón se me escapaba cada vez que lo hacía.
_ No tienes idea de cuanto deseo que comiences a crecer para poder acariciarte y besarte. – susurró a mi vientre. Lagrimas amenazaron con salirse de mis ojos. – Ey, no llores, es solo que los amo cómo nunca imaginé amar a nadie, nunca imaginé convertirme en padre y mírame, estoy como un loco obsesivo esperando con ansias el día en que nazca. – mencionó. – Siempre voy a querer lo mejor para ti y para nuestro hijo.
_ Perdón. – mencionó una voz totalmente reconocida, era mi padre. Tanto Leonardo cómo yo nos quedamos viéndolo. – Escuché todo. – mencionó. – Hija, por qué nunca llamaste para contarnos esto, si no fuera por aquel hombre ni siquiera me hubiera enterado que tenías un novio y que, además, iba a ser abuelo. – agregó.
_ Papá. – susurré. – Nunca fue mi intención ocultarle las cosas, pero sabía que si se los decía me obligarían a volver a casa y no estaba preparada para dejar a Leonardo. – mencioné. – Ahora menos que nunca. – dije juntando mis manos a las de Leo, que aún se encontraban en mi vientre.
_ Pudo ser una posibilidad, querida. Pero si hubiéramos conocido a este muchacho estoy seguro que no te hubiéramos alejado de él. – mencionó mi padre provocando que lentamente se me fuera creando un nudo en mi garganta, quería llorar de la impotencia que tenía.
_ Solo quería ser feliz. – respondí dejando que las lágrimas cayeran por mis mejillas. – Leonardo me hace feliz. – comenté. – Y sabemos que mi madre me hubiera alejado de él, además, supongo que ya hasta lo está pensando. – mencioné.
_ Ella no podrá hacerlo. – comentó mi querido padre.
_ Si podrá, señor. – respondió Leonardo. – Si forma una especie de alianza con mi padre, podrán separarnos, él piensa que mi relación con Camila es absurda, es más, ni siquiera le importa que esté esperando un hijo mío, creo que puso como meta separarme de su hija. – mencionó nuevamente el hombre que estaba a mi lado.
_ Leonardo, por favor. – susurré tratando de que no dijera tantas estupideces, cómo iba a hablar así de mal de su propio padre, después de todo fue el hombre que lo engendró.
_ Por favor nada, Camila. Mira lo que ha provocado hoy, ¿Mañana qué? ¿Qué más tengo que esperar? Quiero que estés lejos de él, lo sabes. – mencionó algo alterado, traté de tranquilizarlo, pero no fue nada fácil.
Mi padre salió junto a Leonardo de la habitación, con la disculpa de que tenía que descansar, tal vez era cierto, pero quería estar pendiente de lo que ellos dos conversarían, después de todo, sería sobre mí y sobre el bebé que llevaba en el vientre.
Me terminé quedando dormida mientras esperaba el regreso de Leonardo, quizás que fue lo que conversaron, pero no me harían parte de ello, cosa que me molestaba, también quería saber que estaba pasando entre mi madre y Luciano, seguro ya tenían todo un plan para separarme de Leonardo.
Cuando desperté, era mi madre quien me esperaba a los pies de la cama, no quise verla, sabía que me reprocharía muchas cosas, y no estaba dispuesta a escucharla, más que nada, porque me sentía con muchas nauseas y dolor de cabeza.
_ ¿Por qué hiciste esto, Camila? – preguntó, no quise responder, no sabía exactamente a lo que se refería. - ¿No te enseñamos los principios con los que debías afrontar la vida? – preguntó nuevamente.
_ ¿De qué está hablando? – pregunté sin entender a lo que se refería, pero conociéndola, seguro se había dejado llenar la cabeza de comentarios malintencionados, que seguro venían de parte de Luciano.
_ ¿Tenía que ser un muchacho rico? – preguntó nuevamente la mujer que llamaba madre, y cómo había dicho, ya había hablado con ese hombre que algún día, tal vez, se arrepentiría de sus propias palabras.
_ Lo que sea que pienses, o te hicieron creer, es mentira, yo amo a Leonardo y él también a mí. – mencioné sonriendo y tomando mi barriga, este bebé era fruto de ese amor tan lindo que nos tenemos.
_ Una culicagada como tú no tiene idea de lo que es el amor, mañana mismo nos iremos a la casa, Camila. Y no espero ninguna queja de tu parte, si no tendremos problemas. – mencionó.
_ Tengo muy claro lo que es el amor, madre. – mencioné sonriendo.
_ Ese muchacho no te ama, ¿No te das cuenta? Solo está jugando contigo y tu le sigues el juego, de seguro tiene una novia rica igual que él con la que se casará dentro de unos años. – dijo malintencionadamente.
_ Si lo hago, señora. Amo a su hija incondicionalmente, ella fue la única persona que logró ver y sacar algo bueno en mí, no la dejaré ir nunca, así usted se interponga. – mencionó Leonardo entrando en la habitación.
_ Tú no tienes derecho, muchachito. – contraatacó mi madre. – Nos iremos mañana mismo si es posible. – mencionó.
_ Claro que no, no se llevará a la mujer que amo y a la madre de mi hijo. – reveló Leonardo. No quería que ella se enterara de esta forma, pero alguien tenía que hacerle ver la realidad.
_ Así que de eso te valiste para retenerlo a tu lado, Camila. Me defraudaste completamente. – mencionó sonriendo y mirándome cómo si me tratara de una persona extraña.
_ Quiero que salga de la habitación, señora. Me cansé de que siga insultando a su propia hija, y si no aguanto a mi padre que lo haga, mucho menos a usted, ella necesita reposo y usted solo provoca que se altere, adiós. – mencionó cerrando la puerta y dejando a mi madre del otro lado.
_ Leonardo… - mencioné, no sabía que decir, tenía muchos sentimientos encontrados.
_ Perdón, Camila. Sé que no fue la mejor forma para decirle lo de tu embarazo, pero mira, tampoco iba a dejar que siguiera molestándote solo porque sí. – mencionó. – Sabes que te defendería de quién fuera, ¿Lo sabes? – agregó y yo solo asentí.
No entendía lo que me sucedía, pero de alguna u otra forma, las palabras de Leonardo habían golpeado mi subconsciente y habían provocado que un cosquilleo bajara por mi espalda hasta mi entrepierna.
_ Leonardo… bésame. – pedí sonriendo y buscando sus labios.
_ Tus deseos siempre serán cumplidos, Camila. – mencionó él sonriendo y apresando mis labios con los suyos, esa sensación, la manera posesiva en la que los tomaba me excitaba, no sabía si también sentía lo mismo que yo, pero pienso que lo hace con esa intención.
_ Hazme el amor. – supliqué abalanzándome a sus piernas, no sabía que pasaba con mi cuerpo, pero estaba descontrolada, solo quería poder tenerlo completamente para mí y que yo fuera totalmente suya.
_ Um, Camila. – mencionó. – Me encantas. – susurró acercando sus labios a mi cuello, pero antes de que llegara, quité mi polera dándole acceso a mis senos, aun que aún tenía puesto el brasier. – Eres demasiado hermosa, Camila. – terminó de decir.
_ Que bueno que lo pienses, Leonardo. Por que solo soy tuya. – respondí sonriendo mientras me subía a sus piernas, mi pantalón había desaparecido, sentía que no tenía tiempo para quitar el resto de mi ropa interior, así que solo la corrí. Leonardo se acomodó en mi entrada y hábilmente unió nuestros cuerpos.
_ Te amo, Camila. – mencionó.
_ También te amo, Leonardo. – respondí recostándome en su pecho, ambos completamente desnudos y rendidos en la cama que alguna vez compartimos.