P.O.V Zared
Al día siguiente, mientras estoy con Anastasia, visitando diferentes pisos, me viene a la mente lo de Samantha y su supuesta enfermedad. Podría contratar a alguien experto para investigar qué es lo que realmente tiene, pero respeto su deseo de mantenerlo en privado. Por lo tanto, no haré algo así.
"Zared, la casa es preciosa... Me gustan todas, pero esta tiene una vista magnífica. Creo que la prefiero sobre las demás. Sin embargo, no he dejado de pensar en el hecho de que estaré sola aquí", comenta Anastasia.
"No has considerado que tu madre podría venir a vivir contigo. Solo quiero que tengas un espacio más adecuado, donde te sientas cómoda. Además, te visitaré todos los días y, en última instancia, cuando estés en tus últimas semanas de embarazo, haré todo lo posible para quedarme contigo", respondo tratando de tranquilizarla.
"Eso me tranquiliza un poco, pero no creo que mi madre quiera mudarse a esta casa. Es muy especial para ella, hemos vivido ahí durante mucho tiempo y será difícil para ella dejarla", explica con preocupación.
"Ven aquí", la tomo de la mano y nos sentamos en un sofá cercano. "Pronto mi hermana se mudará a la casa de mis padres, ya que mi madre quiere cuidar de ella ahora que está cerca de la fecha de parto. Aunque aún falta un poco, el tiempo pasará rápido. Lo que quiero decir es que puedo quedarme aquí contigo durante ese tiempo. ¿De acuerdo?"
"¿No crees que esta casa queda lejos de tu trabajo?", pregunta con preocupación.
"¿No tengo un auto para ir al trabajo? No hay problema si llego un poco tarde. No te preocupes, puedo quedarme aquí contigo. No estarás sola", le aseguro, y ella me sonríe.
"Gracias, estoy realmente agradecida por todo lo que estás haciendo", dice, y la abrazo.
"No tienes que agradecerme. Es lo mínimo que puedo hacer, Anastasia", le digo, sin poder evitar mirarla a los ojos. Hay algo mágico en ella que me atrae.
No puedo dejar de pensar en el beso y en mis palabras estúpidas. Soy un idiota por no atreverme a decir lo que realmente siento. Mi miedo no es que ella me rechace, sino que vuelva a perder a alguien, como ya me ha pasado antes. Ahora me doy cuenta de que Samantha fue solo una persona pasajera en mi vida, a quien no tomé en serio y no me dolió cuando se fue.
La situación con Anastasia es completamente diferente. Siento algo por ella que aún no tiene nombre, pero de alguna manera me hace depender de ella. Eso es lo que siento.
El teléfono vibra en mi bolsillo y me alejo para contestar la llamada. Es Camilo, quiere contarme algo.
"Sí, estoy mirando las casas que te mencioné y Anastasia ya ha elegido una. Quiero que te encargues de todo el papeleo. Aunque en realidad no será mucho, ya que tengo un amigo en bienes raíces... Pero me gusta que todo esté en orden", le digo.
No es necesario que le diga esto, ya que Camilo no me conoce lo suficiente para saber que realmente lo creo.
"De acuerdo, estaré pendiente del papeleo y todo estará listo antes de que te des cuenta", me responde antes de que corte la llamada. Regreso con Anastasia, quien parece un poco callada.
"¿Pasa algo, Anastasia?", pregunto preocupado.
"No, pero creo que deberíamos irnos. Estoy empezando a tener hambre", responde ella.
En lugar de irnos, se me ocurre que podríamos ir a comer juntos a algún restaurante. No hay nada de malo en eso.
"De acuerdo. Tengo una mejor idea. Podríamos ir a comer a algún lugar. ¿Tienes alguna sugerencia?", propongo.
"Oh no, no es necesario. Seguramente mi madre ya habrá preparado la comida y no quiero que se sienta mal si no vuelvo a casa. A veces puede molestarse fácilmente", responde Anastasia.
"¿Por qué no le avisas? No creo que se moleste por eso. Podrías decirle que vamos a comer juntos y por eso no podrás llegar a casa", la animo, y finalmente está de acuerdo con eso.
P.O.V Zared
Es sábado, así que me levanto de la cama a regañadientes. Sinceramente, sé que me quedaré dormido plácidamente y no tendré que abrir los ojos. Tampoco quiero salir de casa, pero hay una razón que me empuja a hacer algo diferente esta vez. Tengo que acompañar a Anastasia a su cita, será la primera vez que entre en ese sitio. Es un día importante, sabremos si será una niña o un niño. A pesar de todo eso, la tristeza no deja de rodearme. Hoy se cumplen varios años de su muerte y ese incidente no sale de mi cabeza por nada del mundo. Incluso cuando quiero olvidarlo, parece que me persigue a sabiendas de la importancia que tiene para mí.
Leah, su nombre sigue resonando en mi cabeza una y otra vez. Es imposible olvidar los detalles, ella ha marcado mi vida para siempre y ha forjado esta inseguridad en mí. Es lo que me impide amar a otra persona con todo mi corazón, porque tengo miedo de volver a pasar por un arrebato repentino. No debería ser así, después de todo, la vida da y quita, y eso nunca cambiará, pero el miedo me consume y temo que algo similar pueda pasar con Anastasia, a quien estoy empezando a querer.
Sentado en la cama, reflexiono sobre mis sentimientos hacia Anastasia, que no logro expresar debido al miedo. Pero estoy seguro de que en algún momento saldrán a la luz, como lo demostró el beso. No fue un error, no me sentí mal por haber compartido ese momento íntimo, simplemente no estaba seguro y pronuncié palabras que no sentía realmente.
Pero ahora me arrepiento de haberlo hecho, debería haber dicho la verdad. No siempre vamos a tener la mala suerte de perder a alguien que amamos, y Anastasia podría ser una excepción.
Finalmente, dejo la cama y me dirijo al baño. Me tomo un tiempo extra bajo la cascada, dejando que el alivio me invada y me sumerja en pensamientos más profundos de lo que quisiera. Las lágrimas se mezclan con el agua cristalina, pero no se confunden. Aún puedo separar lo que siento de una cosa y de la otra, aunque sea inquietante y profundo.
No puedo restarle importancia a esto, debo pensar seriamente en si debería volver a ver a un psicólogo. No puedo permitir que los sucesos del pasado afecten mi presente, eso definitivamente no es bueno para mí y lo sé.
La verdad es que no había pensado tanto en Leah como ahora. Tal vez sea porque Anastasia me la recuerda un poco y eso es suficiente para despertar sentimientos amargos.
Suelto el aire sonoramente. A veces pienso en retroceder en el tiempo y volver al momento en que decidí perseguir a la pequeña Anastasia, como si algo me estuviera empujando hacia ella. Y luego lo demás se salió de mis manos, terminamos en el hospital. Recuerdo que el médico dijo que llegamos justo a tiempo y eso me afectó mucho durante un tiempo.
Ella podría haber muerto en ese momento y solo de pensarlo, me mareo y siento ese profundo vacío en el estómago.
Cuando termino de vestirme, mi teléfono comienza a sonar. Podría ser Camilo, o tal vez Alexander para decirme algo sobre la compañía, pero resulta ser Anastasia. Solo ver su nombre en la pantalla me dibuja una sonrisa en el rostro y no tardo en contestar. No creo que esté buscando una confirmación de mi parte para saber si realmente la acompañaré al médico, eso sería no confiar en mis palabras cuando se lo dije.
—Buenos días, ¿cómo estás? —quiero saber, y al otro lado de la línea puedo percibir un suspiro.
—Buenos días, Zared. Estoy perfectamente bien y solo llamaba para recordarte que la cita es a las ocho. Casi son las siete y media y ya estoy lista esperándote —me dice y yo me llevo la mano a la frente al darme cuenta de que pensé que era a las nueve.
Hizo bien en recordármelo.
—Oh, casi lo olvido. No, no te preocupes, lo tengo presente.
—Sinceramente, algo me dice que sí lo olvidaste, pero no te preocupes. Lo importante es que ya estás listo, así que seguiré esperándote —me dice con tranquilidad y suspiro aliviado.
—Bien, en ese caso te dejo y nos vemos.
—No, colgaré yo, fui yo quien llamó —dice antes de colgar.
Definitivamente, ella es única. Su personalidad cada vez se convierte en una de mis favoritas y ella se ha vuelto mi persona favorita en el mundo. Eso es todo lo que siento por ella. En este momento de valentía, siento que debo dejar el miedo de lado y simplemente avanzar, expresar lo que verdaderamente siento y no detenerme por nada del mundo.
Me pongo perfume y arreglo mi cabello. Después de unos minutos, estoy conduciendo mi auto hacia la casa de Anastasia, que no queda demasiado lejos, solo a unos cuantos minutos. Cuando la veo sentada en la banca, con un vestido rosado y su cabello suelto, siento que mi corazón da un latido apresurado.
Ella lo está provocando.
Bajo la ventanilla del auto para que se dé cuenta de que soy yo y le hago señas. Luego se acerca y se sienta en el asiento del copiloto, asegurándose de ponerse el cinturón. Le doy una pequeña ayuda, acercando nuestros rostros y puedo sentir que ella está incómoda. Pero eso no me detiene. Supongo que ralentizo el proceso un poco más, solo para tenerla a centímetros de mí, aunque no vaya a besarla ni a hacer ningún otro gesto que involucre...
—Zared, está bien, yo puedo hacerlo —me dice con la respiración entrecortada y yo solo asiento antes de retirarme —. ¿Cómo estás?
—Bien. Debo admitir que estoy un poco ansioso, también porque será mi primera vez acompañándote y finalmente sabré si es niño o niña. Tengo muchas ganas de entrar ya al consultorio y descubrirlo.
—Vale. He pensado que probablemente sea una niña y quiero que estés preparado para ello. Mi madre, que sabe un poco sobre estas cosas, dice que me recuerda a ella cuando estaba embarazada. Además, hay algo en particular con las embarazadas que tendrán niñas. Pero al final, tenemos que esperar la respuesta del especialista y que nos lo confirme.