Capítulo 17
1935palabras
2024-01-22 10:50
El recinto techado con vista al mar ubicado en la extensa playa privada de 1 kilómetro cuadrado, estaba compuesto por un enorme edificio de vidrio sobre un acantilado bañado por el sol, que ofrecía una vista panorámica del gran océano Pacífico y los bosques de algas. El romper de las olas y el coro de gaviotas se mezclaban con la música ambiental y la charla indistinta de los comensales.
Rodrigo había empacado sus maletas con las cosas para la boda y se instaló en la casa de playa contigua para prepararse junto a su padrino de bodas y los demás acompañantes del novio varias horas antes de que llegara Raelynn. El motivo de esto era que quería evitar todo el ruido y el escándalo que los padres de la novia armaban en la tienda de circo que antes había sido una tranquila parte de su mansión.
Ya no podía esperar para que todos se fueran y él pudiese regresar a su vida normal, lo que implicaba un padre que no se metiera en sus asuntos, una Amelia de mejor humor, y sus amigos no haciéndole preguntas estúpidas ni inventando teorías a cada segundo.

Raelynn, sin embargo, era la única adición indeseada, y la consideraba un dolor de cabeza al que había que apartar lentamente. no le sorprendía que ella actuara como toda una adolescente hormonal, porque eso era lo que casi todas las mujeres que conocía hacían cuando estaban frente a él, por lo que alejarla de su vida no sería nada nuevo para él.
Su padrino y su mejor amigo, Alfredo, que nunca se había entrometido demasiado en su vida personal, desde la semana se habían convertido en psicólogos de la noche a la mañana. En verdad, Alfredo era un doctor, pero un gastroenterólogo que no tenía nada que ver con la salud mental. Los padres del muchacho eran de Israel, y por eso también lo habían forzado a aceptar un matrimonio arreglado.
Basado en su propia experiencia personal, Alfredo esperaba que Rodrigo se comportara de cierta manera si es que realmente no le importaban Raelynn o la boda.
Por otro lado, su amigo Easton, el abogado, le echaba más leña al fuego cada vez que se reunían a beber.
"¿Te cortaste el cabello, te afeitaste y te vestiste elegante? Estás intentando impresionar a tu prometida, ¿verdad?", dijo Alfredo, tan pronto como Rodrigo llegó a la discoteca para su despedida de soltero.
"No actues como si nunca me hubiese cortado el pelo o afeitado".

"Cuando estuvieron en mi oficina, ella lo miró sin cesar todo el tiempo, así que apuesto a que ya considera que es hermoso", agregó Easton.
"Me importa una m*erda lo que ella piense. Esa no es la razón por la cual me afeité", espetó Rodrigo, ya cansado de tener que repetir siempre lo mismo.
"¿Por qué dices que no te afeitaste para ella? ¿Acaso ella dijo que le gustaba la barba incipiente? Probablemente, le encanta acariciarla con sus manos mientras te besa, o, al menos, así lo sugieren las fotos".
"¡Rayos! Última advertencia, dejen de hablar de esas fotos; fue solo un beso".

"¡Qué lástima!", se burló Easton, mientras Rodrigo ordenaba un trago.
"Pero esa mancha de lapiz labial indica otra cosa, señor casanova. ¿Acaso hay una tercera mujer además de Amelia y tu futura esposa?", preguntó Alfredo, apuntando a su cuello.
'Estúpida Raelynn, probablemente se puso ese tonto labial brillante y pegajoso para las fotos', pensó Rodrigo para sus adentros mientras daba un sorbo a su whisky Bourbon.
Entonces, su mente volvió a pensar en ella, tal como lo venía haciendo en el viaje de camino al club. Recordaba su rostro bajo la luz de la luna y cómo casi perdió el control y quiso besarle los labios cuando ella se acercó y frotó su nariz contra su cuello.
De pronto, su teléfono sonó, y se trataba de un mensaje de Amelia. Cuando abrió dicho mensaje, se encontró con una sensual foto de la mujer en la tina, completamente desnuda y cubierta solo por la espuma del jabón. Al final, había un mensaje: "Te estoy esperando..."
Desde que habían tenido esa pelea, ella le enviaba muchas fotos de este estilo. Finalmente, se puso de pie, se limpió la mancha de lápiz labial y se disculpó con sus amigos por tener que retirarse antes de que los demás llegaran, pero hablar con ellos solo le hacía recordar a Raelynn.
De todas formas, para Rodrigo, la idea de una despedida de soltero es que fuera a lo grande, no en el club o bar local de la ciudad, pero pensaba guardar todo eso para cuando se casara con Amelia el próximo año. El matrimonio con Raelynn no era más que una formalidad para él, y una con la que quería acabar pronto.
Después de retirarse del bar, Rodrigo condujo hasta la casa de Amelia, pero cuando llegó allá, el humor de ella había cambiado de lasciva a molesta.
"Oh, ¿cómo iba a saber que venías si cuando te envío mensajes nunca me respondes?", dijo Amelia, cruzando los brazos para mostrar su descontento al tiempo que lo miraba con furia.
¿En verdad no había respondido el mensaje? Él no estaba seguro, así que tuvo que revisar su teléfono para confirmarlo.
"Estás pensando en ella, ¿no?", preguntó Amelia de pronto, y su tono de voz parecía lleno de rabia.
"Aly, por favor. Ya estoy cansado de que siempre digas lo mismo. No estaba pensando en ella".
Amelia esperó a que dijera algo más después de eso para que pareciera más convincente. Sin embargo, aunque Rodrigo no estaba pensando en Raelynn hasta ese momento, sí comenzó a hacerlo una vez que Amelia la mencionó, y no pudo evitar recordar sus mejillas bañadas de lágrimas, y se preguntó que podría haber estado haciendo sentada afuera bajo la lluvia por tanto tiempo.
De igual manera, decidió ignorar esas ideas y concentrarse en Amelia.
"¿Me vas a dejar entrar?", preguntó él.
Entonces, Amelia le rodeó el cuello con los brazos y capturó sus labios en un beso mientras lo hacía entrar en la casa. Él la empujó contra la puerta y le retribuyó el beso con la misma pasión. Seguidamente, ella empezó a desabotonar su camisa al tiempo que él se abría paso a besos hacia su cuello.
"Esxtrañaba esto", dijo Amelia entre gemidos, y luego agregó: "Me alegro mucho de que esa p*ta barata esté—".
"¿Podríamos dejar ese tema de lado por un segundo? No quiero pensar en ella".
"O sea que me mentiste y sí estabas pensando en ella. Te apuesto a que preferirías estar besándola a ella en este instante", espetó Amelia, arañándole el pecho con las uñas en un arranque de ira.
"¡Con un d*monio! Eso NO es lo que quise decir. ¿Por qué todos están empeñados en recordarme su existencia cada dos segundos?".
"No tendría que hacerlo si es que no anduvieras por ahí besándola de esa manera. Y encima mañana la besarás de nuevo. ¿Será que también va a aparecer ese beso en la primera plana de los periódicos? ¿Qué es lo que le ves a esa p*rra horrible que te gusta tanto? ¿Acaso crees que ella puede complacerte mejor que yo?".
"Oh, santa m*erda. Si realmente quieres discutir, al menos piensa en argumentos nuevos, porque no quiero tener que repetir lo mismo todo el tiempo. Ella no me atrae en lo más mínimo. De hecho, tan solo ver todos esos colores chillones con los que se viste me causa dolor de cabeza. Ya te he pedido que me perdones incontables veces; cometí un error, ¿está bien? Pero eso no significa que vaya a perder el control cada vez que la vea".
"Pero yo sé que desearías no tener que controlarte porque en verdad quieres estar con ella", exclamó Amelia, echándose a llorar. Rodrigo se pasó la mano por el cabello, frustrado, pues esta no era la Amelia que él conocía.
Él siempre la admiró por su falta de empatía, su actitud no problemática respecto a su relación y su capacidad para tomar decisiones comerciales ingeniosas. Cabe mencionar que él odiaba el drama y las lágrimas, y ella nunca le había dado nada de eso hasta la semana pasada. Amelia era la 'apuesta segura' con la que quería estar para siempre, pero verla así de débil e insegura le molestaba.
"Aly, te amo a ti, así que deja de llorar, por favor. Lamento mucho que tengas que pasar por esto por mi culpa".
Entonces, él la acercó a su cuerpo y trató de consolarla, pero ella solo sacaba más y más quejas de cómo la actitud de él había cambiado y que ahora quería terminar la relación con ella.
Rodrigo sabía que parte de las inseguridades de Amelia se debían al papá que le había tocado, pero él no pensaba dejarla solo por lo que su padre le había hecho. Ella se había distanciado de Leo D'arripe desde hace años. Ahora vivía lejos de él y solo lo veía cuando era necesario, como en las reuniones de la junta directiva o las fiestas familiares.
Amelia no podía aceptar el hecho de que su Rodrigo prefiriera elegir a su padre antes que a ella, siendo que ella lo prefería a él por sobre todas las demás cosas. Lo que más le importaba a Rodrigo en la vida era su padre, y por eso ella creía que él se quedaría con Raelynn incluso pasado el año que estipulaba el contrato. Sin embargo, Rodrigo decía que eso eran ridiculeces y ´que a su padre no le molestaría, o que incluso aprobaría el divorcio.
Rodrigo se quedó junto a Amelia hasta el amanecer, pero ella se fue a dormir sin creerle ni una palabra de lo que él le decía. Era evidente que había roto la confianza que había entre ellos, y se prometió a sí mismo nunca defraudarla de nuevo.
"Ejem, ¿estás pensando en tu novia?", le preguntó Alfredo, dándole un golpecito en el brazo antes de ofrecerle una copa de champaña, mas Rodrigo dejó la copa sobre la cajonera y no la volvió a tocar, ya que, desde anoche, nada le apetecía a sus papilas gustativas.
"Yo me encargo", le dijo entonces Rodrigo al asistente de su estilista y se puso un traje de lino color aguamarina. Sin embargo, decidió olvidarse de la corbata o la pajarita y solo se puso su traje con un chaleco encima.
La luna de miel consistia en un crucero solo de ida que zarpaba al atardecer en dirección a Vancouver y volverían a San Francisco en avión tres días después. Amelia, Damien, la hermana de Raelynn y su marido, Easton e Ianira, y Alfredo y Micaela se los acompañarían.
Este era el plan que Rodrigo tenía para escapar de la familia de Raelynn, ya que sus suegros querían involucrarlo en algunas ceremonias después de la boda que a él no le importaban. Por eso, pensó que mientras antes partieran, todo sería mejor.
Por su parte, a Raelynn ni siquiera le importaba lo que hicieran después de la boda, y se sentía como si ella ni siquiera estuviese pensando más allá del casorio.
"Rodrigo, ¿dónde está tu teléfono?", preguntó Easton, después de correr escaleras arriba.
"Por aquí en algún sitio. ¿Por qué?", respondió él, buscando dentro de su bolso de viaje.
"Lorenzo ha estado tratando de comunicarse contigo para que le digas cómo proceder. Parece que hubo un intento fallido de secuestro y querían llevarse a... Rodrigo, ¿a dónde vas?", preguntó al final Easton, distraído por Rodigro, el cual había encontrado su teléfono y tras tomarlo en sus manos, salió corriendo de la habitación hacia el primer piso.