Capítulo 77
1061palabras
2023-03-15 00:01
Hannah no escuchó ni una palabra de Tommy y siguió corriendo hacia el centro comercial. 
"¡Gafas negras! ¡Gafas negras!". Al darse cuenta de que ella no lo había escuchado en absoluto, se sobreexitó y se inclinó hacia la ventanilla abierta sin importarle que la lluvia lo empapara para seguir intentando atraer su atención.
Cuando Frankie notó la reacción del niño, le ordenó al conductor que detuviera el auto. Luego, hizo que Tommy volviera al interior, subió la ventanilla y tomó unos cuantos pañuelos para secarle la cabeza mientras lo regañaba: "Te acabas de recuperar de un resfriado, ¿quieres preocupar a tu abuela otra vez?".

El niño seguía pensando en Hannah, así que se soltó del brazo de Frankie y sacó parte del cuerpo por la ventana una vez más para llamarla. 
Sin embargo, en solo unos segundos, ella había desaparecido de la acera, e, incapaz de encontrarla, le pidió ayuda de manera frenética a Frankie, "Tío, ¿dónde está Gafas Negras?".
De inmediato, el hombre le ordenó al conductor que subiera la temperatura del vehículo; luego, miró a Tommy, respiró hondo y le acarició el cabello. "Quédate en el coche, bajaré a buscarla".
"¡Tío!". Cuando se dio la vuelta para abrir la puerta, Tommy lo detuvo.
"¿Qué pasa?".
El muchachito de grandes y tristes ojos negros frunció los labios rosados. "A papá no parece gustarle Gafas Negras, no le gusta que yo ande con ella. Será mejor que no vayas".

Conmovido por su considerado sobrino de solo cinco años, Frankie le sonrió y le frotó el cabello con ternura. "Le alcanzaré un paraguas, ¿te parece bien?", le propuso.
"¡Sí, está bien!", asintió eufórico mientras le sonreía.
Frankie le devolvió la sonrisa, abrió la puerta y sacó un gran paraguas del costado del auto: era negro adornado con obsidiana. Salió del vehículo y lo abrió para ir en busca de Hannah; el asistente, que iba en el asiento del acompañante, también agarró un paraguas e intentó seguirle el paso. 
Ella debía estar en el centro comercial a resguardo de la lluvia torrencial, así que Frankie no dudó en buscarla allí.

En efecto, vio a Hannah parada en la entrada principal, que estaba abarrotada de personas que se refugiaban de la lluvia; logró localizarla fácilmente gracias a su figura alta y esbelta.  
Aunque había hecho todo lo posible por ponerse a resguardo, terminó empapada de pies a cabeza: se había quitado la chaqueta del traje y lo sostenía en el brazo, era probable que fuera debido al clima cálido antes de la tormenta; y la camisa de gasa blanca se le había adherido al cuerpo, revelaba tanto su figura delgada como el sostén de encaje negro que llevaba.
Con total honestidad, su apariencia y figura podría haber avergonzado por completo a más de una celebridad femenina de la industria del entretenimiento. A pesar de eso, trabajaba muchísimo, a los veinticuatro años ya dominaba cuatro idiomas e incluso había llegado a ser la intérprete oficial del presidente. 
Hannah se volvió a poner el abrigo, tal vez por el bochorno que sentía producto de la camisa reveladora, tal vez por el clima frío.
A lo lejos, Frankie la observaba, inmóvil en la lluvia bajo su paraguas. Comenzó a caminar hacia ella después de que la mujer se pusiera el abrigo y tanteara el bolsillo; al parecer, recordó que allí estaba el teléfono celular y quiso revisar que no se hubiera mojado. 
Justo cuando estaba a punto de sacarlo, notó que un hombre alto y corpulento se había parado frente a ella e impedía que se siguiera mojando, había dejado un sutil y familiar aroma masculino que parecía persistir en el aire.
Confundida, levantó la cabeza y, con asombro, se dio cuenta de que Frankie estaba de pie frente a ella. 
"Frankie, ¿qué haces aquí?". Hannah le mostró una sonrisa de oreja a oreja, él parecía un perro mojado, con algunos mechones de cabello suelto y húmedo que le caían sobre la cara. Quedó abrumado ante su actitud radiante y alegre, desconcertado por un momento, pero luego volvió a la realidad e insinuó una sonrisa. 
"Estaba de paso. Sube al auto, te daré un aventón".
"No es necesario, vivo cerca. Esta lluvia no durará mucho más, se detendrá pronto", rechazó su oferta firme pero afable mientras desviaba la mirada. Ante su negativa, Frankie no insistió, solo le entregó el paraguas.
"El paraguas para ti".
"No...". Estaba a punto de negarse, pero él le tomó la mano y allí colocó el paraguas.
"Me harás daño si no dejas de rechazarme todo el tiempo", dijo sonriendo con amabilidad. No necesitó mucho más para dejarla boquiabierta, solo su gesto varonil; y no le dio tiempo a reaccionar, el paraguas ya estaba en sus manos. 
Frankie la miró y sonrió de nuevo, luego, se dio la vuelta y se retiró bajo el paraguas que el asistente le tendía. 
Después de hacer un rápido análisis de la situación, Hannah le gritó mientras sostenía el pesado paraguas: "Gracias, Frankie".
Él miró hacia atrás y respondió: "¡No hay de qué!".
Tras escuchar su respuesta y ver cómo se alejaba con celeridad bajo la lluvia, no pudo contener la risa. En comparación con William, era mucho más fácil llevarse bien con Frankie.
......
El sábado por la mañana, Tiana le había dicho a Hannah que tenía "algo importante" que hacer, así que devoró el desayuno que su amiga había preparado y salió. Por el contrario, Hannah no tenía ganas de ir a ningún lado, de modo que se quedó sola en casa para disfrutar de sus libros de filosofía.
En efecto, el saber es un camino infinito. Aunque aún no se había enfrentado a ningún reto en su trabajo, le quedaban muchas cosas por aprender, seguro que algún día le serían de gran utilidad. 
En soledad, había estado leyendo en silencio durante más de dos horas y, justo cuando se levantaba para tomar una copa, sonó el teléfono celular, que estaba sobre el escritorio.
Vio que Davis llamaba otra vez, debía haber una razón para su insistencia, seguramente necesitaba resolver algún asunto pendiente con ella. Le había parecido extraño que Davis le hablara de una manera tan suave y gentil el día anterior; era como si fuera una persona completamente diferente. ¿Qué necesitaba de ella?
"Hola".
"Soy papá. Es fin de semana, ¿estás en casa?".
"Hola".
"Soy papá. Es fin de semana, ¿estás en casa?".