Capítulo 62
1176palabras
2023-01-17 09:30
Jonathan miró al joven frente a él que, por su elegancia, parecía una persona importante. “Él es... Carson, Carson Waverly".
A Jonathan le tomó un minuto darse cuenta de que ya había oído ese nombre, y enseguida recordó que lo escuchó de Elissa. Era su exmarido, el que la engañó. "Así que eres Carson", dijo en tono firme, apretando las mandíbulas.
Carson asintió, estirando la mano para saludar. "Sí, ¿y tú eres..?", preguntó cortésmente.

"¿Por qué estás aquí?", preguntó Jonathan ignorando la pregunta. Carson miró a Elissa y volvió a mirar a Jonathan. No sabía que era su hermano, solo lo había escuchado de nombre cuando ellos estuvieron juntos, pero dio por sentado que este hombre conocía su pasado porque se mostraba frío con él.
“Vine a ver a mi hija…”
"¡No!", espetó Jonathan, “Lia no es tu hija”.
“Hermano...”, trató de calmarlo Elissa, intentando evitar una escena en el hospital. Carson levantó las cejas del asombro: así que es Jonathan Williams. Elissa le había contado mucho de él y siempre quiso conocerlo.
“Estimo que sabes lo que sucedió entre Eli y yo, y comprendo totalmente que estés enojado conmigo: merezco tu hostilidad. Pero quiero reparar lo que rompí. Amo a Elissa realmente, y quiero que seamos una familia”, dijo expresando sus pensamientos, sus ojos azules parpadeaban con determinación.
Los ojos de Jonathan se oscurecieron, juntó las cejas y apretó la mandíbula. “¡Si esperas tener mi bendicion, estás muy equivocado! Heriste profundamente a mi hermana, la vi llorar todas las noches durante tres años. Puso mucho coraje para volver a ser fuerte, ¡no quiero verla destrozada nuevamente por ti!

Elissa apretó suavemente el brazo de su hermano, para que se detuviera; no valía la pena decir nada. "La abandonaste en su momento más vulnerable... ¿y vienes aquí esperando encontrarte con la hija que intentaste matar?".
Carson sintió la culpa en su pecho volverse más pesada. Fue la peor decisión que tomó alguna vez, y se arrepiente todos los días. “Sinceramente, me arrepiento de mis acciones. Sé que mis disculpas no resuelven nada, pero deseo compensarlas. Fue un gran malentendido, y por eso tuve que tomar esa decisión, pero créeme, solo he amado a tu hermana, solo a ella".
Elissa sintió mariposas en la panza y a su corazón latir más fuerte, y se maldijo a sí misma. ¿Por qué aún abrigaba sentimientos por él? La había lastimado y abandonado... Lia creció sin el amor de su padre... no podía perdonarlo como si nada.
Jonathan la miró como si le preguntara con los ojos si lo había perdonado. "No, hermano. No puedo perdonarlo. Pero, Lia está encantada de verlo, no quiero evitar su relación y que ella se enoje”.

Jonathan lo aceptó, pero miró a Carson con sarcasmo. "Bien, pero solo por Lia".
Carson sonrió agradeciendo con cortesía: “Me gustaría conocerte más, cuñado, pero tengo una cita importante. Nos vemos mañana”. Se dio vuelta para irse a pasos rápidos, echando una mirada a su Rolex.
“¿Cuñado? ¿En serio me acaba de llamar así? ¡Qué tipo..."
"Hermano, no le des demasiada importancia. Cuando nos vayamos a Ciudad B, finalmente todo terminará”, afirmó Elissa. Jonathan parpadeó sorprendido por la mención de volver a Ciudad B. “Estaba pensando en volver cuando termine su cirugía. Tú también debes continuar con tu medicación cuando lleguemos allí”.
"Supongo que será para mejor".
~
A los pocos días.
Gabriel Hayes envió a Kimberly y a Amanda al extranjero. Había contactado un centro de rehabilitación para Amanda. Estaba completamente solo en esa casa enorme, mirando con anhelo y culpa  la foto de Rune que tenía en sus manos. Tenía mucho que decirle; había cometido un gran error. Pensó en lo mal que la había tratado estando embarazada, y sintió un dolor inmenso en el pecho. No se lo merecía, y si hubiera sido inteligente, hubiera desestimado las manipulaciones de Kimberly y nada de aquello habría pasado. Rune seguiría aquí, junto a Elissa, y serían una familia perfecta, feliz y satisfecha. ¡Cuánto deseaba que fuera realidad!
Secó las lágrimas de sus mejillas y sacó su teléfono para llamar a Elissa. Lo había intentado varias veces en los últimos días, pero ella no respondía. Había perdido a su esposa, pero no quería perder a su hija; era la única que le quedaba, su propia hija, su Cynthia. Él y Rune habían elegido ese nombre encantados.
Pensó en hacer algo. No podía quedarse esperando a que su hija lo perdonara sin más, así que decidió verla. Al bajar las escaleras, se percató de que no tenía su dirección, no tenía idea de dónde vivía. Se le ocurrió llamar a Carson e inmediatamente marcó su número.
“Hola, Carson, ¿cómo estás?"
"Bien, gracias. ¿Cómo está usted, señor alcalde?", preguntó cortésmente. El alcalde escuchó una risa infantil de fondo y se preguntó dónde estaba Carson.
"Te he llamado por algo puntual".
"Por favor, diga".
"Eh... mmmm. Bueno, no he sabido nada de Elissa desde... tú sabes... Me preguntaba si me puedes decir dónde vive", vaciló el alcalde, inseguro de la respuesta de Carson. La voz infantil volvió a sonar de fondo.
“No estoy seguro de que Elissa quiera encontrarse con usted en este momento, señor alcalde. Debería darle algo de tiempo. Está sobrepasada, y la información de casi dos décadas y media sobre sus verdaderos padres es mucho para ella”.
El alcalde suspiró, había pensado en darle tiempo, por supuesto. Pasaron días, casi una semana. “Carson, lo entiendo, pero ¿cuánto tiempo tengo que esperar? No puedo soportar ver que mi hija se distancia de mí. Es todo lo que tengo. Aceptaré su recriminación, porque sé que me la merezco, pero necesito verla”. Sus palabras salieron desesperadas.
Hubo un minuto de silencio, y el alcalde volvió a escuchar la voz infantil. No pudo evitar preguntar: “Carson, ¿dónde estás? Escucho una voz infantil en el fondo”.
“Estoy en el apartamento de Eli. ¿Sabe que tiene una nieta?"
Los ojos del alcalde se abrieron del asombro de par en par, y la alegría floreció dentro de él. "¿Una nieta? ¿En serio?"
Carson se rió entre dientes: “Sí, se llama Aurelia. Tiene tres años y pronto cumplirá los cuatro. Es adorable”. Luego agregó con apuro: "Asumo que en esta situación Eli no querría que usted lo supiera, pero estoy seguro de que lo perdonará y ya le contará sobre Lia".
El alcalde tenía lágrimas de felicidad, la sensación de saberse abuelo era abrumadora. “Sí, sí, lo entiendo. ¿Está Elissa allí contigo?"
"No, no está aquí". Carson suspiró, un suspiro resignado con el que el alcalde se identificó. “Tampoco me ha perdonado. Fui un imbécil con ella, ¡y me lo merezco! No sé si podré lograr que me perdone. La he perdido una vez, no quiero que vuelva a suceder”.
El alcalde asintió para sí, entendiendo lo que quería decir. Él también la había abandonado cuando solo tenía un año. Recordó ese día y la recordó llorando cuando se la llevaron. Duele, todavía duele.
“Gracias por tus palabras, Carson. Que tengas un buen día. Por favor, dile que me llame. Por favor”.
“Se lo diré, adiós".