Capítulo 57
1705palabras
2023-01-17 09:30
“¡No sigas, Carson, por favor!” Amanda se acercó a él entre lágrimas, uniéndose a su madre en la exhibición teatral. "Hoy era nuestra día..., nuestra boda..."
Carson rechinó los dientes, dedicándole una expresión de fiereza. “¿Acaso no lo he deado bien claro hace un momento? ¡No me casaría contigo ni muerte, Amanda Hayes!”
“¡Pero dijiste que me amabas...! ¡Prometiste que ya habías superado tus sentimientos por Elissa, y que ahora te casarías conmigo!", imploró ella, corroída por un atroz dolor en el pecho.

Pero Carson se mofó de Hayes diabólicamente. “Ay, pobre Amanda... ¿En serio te creíste toda esa morralla? Pues claro que era mentira, nunca te he querido. A Elissa, en cambio...", añadió, mirando hacia esta última, la cual seguía aún conmocionada por todo lo que estaba aconteciendo. "A ella nunca la dejé de amar; mi corazón aún es suyo, y siempre lo será. ¿Te enteras?"
Carson la había engañado. Escuchar de su boca que no la amaba fue horrible, pero al mismo tiempo también estaba furiosa porque, en gran parte, toda aquella debacle se debía a Elissa. ¿Por qué seguía aún prendado de aquella mujerzucha sin clase? Llevada por un arranque de ira, se dirigió hacia Elissa y la agarró del brazo bruscamente, ante lo cual la otra frunció el ceño y soltó un leve espasmo de dolor.
“¡M*ldita z*rra! ¡¿Por qué siempre tienes que venir a j*derme todos los momentos felices de mi vida?! ¡Te voy a matar!", chilló Amanda, y de pronto se abalanzó sobre Elissa con la intención de estrangularla.
Elissa luchó y se zarandeó con todas sus fuerzas, pero la locura psicótica de Amanda la dotaba una energía descomunal, difícilmente superable. "¡Suelta...!", jadeó Elissa, cada vez con menos aliento residual.
Carson se acercó como una bala y apartó a Amanda de un placaje, para luego volverse hacia la otra mujer y preguntarle, mientras le examinaba el cuello: "¿Estás bien?" Elissa tosió un par de veces, y el hombre fue a por un vaso de agua y se lo entregó con delicadeza. Luego se dirigió a la hija del alcalde.
"¡Vuelve a tocarla otra vez si atreves, mal bicho!", la amenazó él. Pero en su arrebato de cólera, Amanda no se enteraba de nada, y la furibunda amenaza del hombre no le afectó siquiera.

"Mírame, Carson.", le urgió, al tiempo que le agarraba el rostro a la otra con fuerza y sonreía frenéticamente. “Me amas, ¿verdad? Sí, me tienes que querer a mí, y no a esta maldita z*rra indigna de tu amor. Además, ella ya está surtida, con todos esos tíos que se tira a diestro y sinies..."
Antes de que terminara su improperio, en su rostro aterrizó el mismo fuerte bofetón que antes sacudiera la cara de su madre. Después de que el impacto le volteara el cuello hacia un lado, giró la cabeza hacia el frente para ver al alcalde frente a ella. "¿Pa... Papá?"
"¡No me vuelvas a llamar así! Estoy terriblemente decepcionado contigo, Amanda..."
Esta dejó escapar un grito de frustración enloquecida, y se tiró del velo nupcial hasta tirarlo al suelo. Había esperado ese día durante tanto tiempo, para que ahorra todo se viniese abajo de golpe como un kilométrico castillo de naipes. Estaba desesperada, su corazón aún aferrado al deseo de poseer a Carson..., pero él había elegido a la dichosa Elissa, fuente recurrente de todos sus males bajo su punto de vista.

Le flaquearon entonces las rodillas, y se derrumbó sobre el suelo hasta casi caerse del todo, llorando a mares. Kimberly se acercó rápidamente a su hija para calmarla. "Ya te vale, Carson..."
“Pues aún no he terminado, Sra. Hayes. Es más, no he hecho más que empezar."
Carson gritó ahora el nombre de su secretaria: "¡Lin!", y en aproximadamente un minuto apareció la susodicha arrastrando a Luke, el chofer del alcalde. El rostro del hombre estaba lleno de moretones y magulladuras, como si le hubiesen apaleado con saña para intentar dejarle feo. Lin lo empujó bruscamente hacia adelante, haciendo que aterrizara ante Carson.
"¿Qué le ha pasado?", preguntó el alcalde, preocupado. 
Waverly agarró del cuello al que estaba en el suelo, sosteniéndolo por su camisa blanca llena de suciedad. "No vayas a intentar ahora montar un numerito, ¿me oyes?", le avisó, taladrándole con los ojos.
Luke tragó saliva, desviando la mirada hacia Kimberly. Esta se sorprendió de verle. "¿La conoces?", preguntó Carson, señalando hacia la mujer.
"¡Por supuesto que me conoce, si es nuestro chofer!”, le espetó Kimberly antes de que el otro pudiera decir nada. “¿Para qué traes a un simple trabajador aquí, Carson? Valiente hombre estás hecho tú, involucrando a inocentes en tus paranoias."
"Tú, habla: ¿la conoces?", reiteró Carson, ignorando las palabras de Kimberly.
Sin dejar de enfocarla con la mirada, Luke asintió con la cabeza. "¿Te has acostado con ella?", inquirió.
“¡Carson! ¡Ahí ya te estás pasando, hijo mío!", intervino Hera, escandalizada ante el descaro de su insinuación.
Pero el alcalde levantó la mano hacia ella para indicarle que dejase fluir el interrogatorio. Hera apretó los labios y se resignó.
“Sí... Yo era su novio, antes de que se casase con él.", confesó Luke. No se atrevía a mentir, porque Carson le había hecho entender con todo lujo de detalle lo que sería de él si lo hiciese. Luke priorizaba su vida por encima de todo y todos, por lo que estaba decidido a no ocultar nada.
"¿Qué tonterías estás diciendo?", renegó Kimberly, gritando hacia el interrogado. Dio un par de zancadas para abalanzarse sobre él y darle un tortazo en la cara, con la esperanza de hacerlo callar, pero Carson la agarró del brazo con firmeza.
“¿Por qué está tan nerviosa, Sra. Hayes? No hay por qué alterarse si es inocente de lo que se le acusa, ¿no?”, señaló Carson.
“¡Sí, pero eso no significa que tenga que tragarme un ataque directo a mi dignidad! Tú, confiesa ahora mismo: ¿cuánto dinero te ha dado para que digas la barrabasada que acabas de soltar?", le exigió Kimberly a Luke, con la cara descompuesta.
"No hay dinero de por medio; estoy diciendo la pura verdad."
Kimberly no concebía las motivaciones de Luke para ir contra ella, sobre todo cuando hacía mucho tiempo que decidieron no revelar nunca su pasado. Dedujo que se había sometido a los designios de Carson bajo alguna amenaza o chantaje.
Carson presionó al chofer para que se explayara más, y este así lo hizo: “Kimberly y yo nos conocemos desde hace mucho tiempo. Gracias a ella tengo mi trabajo, además de una buena suma de dinero para que no le diga nada a nadie."
"¿Y Amanda?"
Luke volvió a mirar a Carson, con el rostro lleno de inseguridad. Tragó saliva, primero enfocando con los ojos a Amanda, y luego desplazándolos hacia el alcalde. Si quería sobrevivir, tenía que sincerarse sin límites.
“Amanda…” La voz de Luke amenazó con desvanecerse, presa de la ansiedad. "Amanda no es... la hija del alcalde."
Kimberly entró en pánico. Aquel descerebrado estaba a medio camino de revelar, a las bravas, un secreto que había atesorado minuciosamente la última veintena de su vida. No, no podía permitir que eso sucediera, porque si el alcalde descubría aquello..., las echaría a ella y a su hija de casa sin dudarlo.
"¡No te atrevas a decir nada sobre mi hija!", berreó Kimberly, apuntándolo con el dedo índice. Acto seguido se dirigió lastimeramente a su pareja. “¿Por qué no dices nada? Es tu hija, y este simple chofer de tres al cuarto la está difamando a sus anchas... ¿De verdad te vas a quedar de brazos cruzados, sin decir nada?"
El alcalde no sabía a quién creer ni qué decir, pero optó por ignorar a Kimberly y preguntarle a Luke: "Si no es mi hija, ¿de quién es?"
"Mía.", reveló el otro, y Hera soltó un aspaviento de indignación. Le daba vueltas la cabeza, como si le hubiesen dado la vuelta del revés a toda su realidad. Se sentó en la silla, mirándolos a todos con los ojos muy abiertos. “Amanda es hija mía y de Kimberly.”, concretó el hombre.
"¡Y una mi*rda!", rebatió la más joven, alzando la voz. "¡Tú no eres mi padre!" Por supuesto que ya estaba al corriente de la identidad de su verdadero, pero no podía secundar esta realidad en público. Si aquello se formalizaba como algo oficial, el alcalde la pondría de patitas en la calle, y eso era lo último que quería.
Carson le hizo un gesto a Lin para que le hiciese entrega de cierto documento, y luego se lo pasó al alcalde. “Estos son los resultados de la prueba de paternidad. Aquí podrá ver cómo se menciona claramente que usted, D. Gabriel Hayes, no es el padre de Amanda, sino que esta es hija de Luke."
Kimberly y Amanda intercambiaron una mirada de pánico. ¿Cuándo había hecho eso Carson? Amanda estaba tan locamente enamorada de él, que no se había dado cuenta de lo que se traía entre mano.
El alcalde leyó el documento fijamente, con la mandíbula temblando. Kimberly se acercó sumisamente a su vera, miró el papel y luego lo miró a él. “Cariño… Mi alcalde... esta no es verdad, y lo sabes..."
"¡Basta!", bramó él, interrumpiéndola intencionadamente. "¿Cómo te atreves a engañarme así, Kimberly?"
"No, yo... Es él, te está mintiendo..."
Luke también estaba defraudado por los manejillos que Kimberly había tenido con él. A pesar de que ella le había proporcionado una paga de lo más generosa, así como un trabajo más que decente, eso no justificaba que pudiese utilizar su honor y su dignidad a su antojo, según le conviniese y sin tenerle en cuenta a él. Cuando eran novios, Luke estaba hasta las trancas por ella, pero como él se daba a la bebida y no ingresaba mucho dinero que digamos, ella no quiso seguir adelante con la relación. Hasta ahora había hecho lo que le decía sin rechistar, pero al fin entró en razón, y se dio cuenta de que lo había estado utilizando como un pelele para satisfacer sus caprichos y adornar su aburrida vida. Llegó también a la conclusión de que, visto lo visto, seguramente Kimberly no tendría el menor escrúpulo a la hora de deshacerse de él cuando ya no le fuera de utilidad.