-¿Qué esperas que no tocas ya? ¡Estoy ansiosa por escucharte!
Le dijo aquella voz celestial que parecía venir de todos lados, miró a su alrededor buscando a quién le había hablado.
-¿Dime quién eres y porque te ocultas?
-No me oculto peregrino. –le contesta la voz misteriosa. -Estoy aquí mismo enfrente de ti.
-¡Pues no puedo verte! ¿Acaso eres invisible?
-¡Claro que no soy invisible! Tan solo mira hacia arriba, aquí estoy, soy la estrella solitaria del Sur y te he seguido desde que llegaste.
Juan de Dios levantó la cabeza y una estrella más brillante que las demás llamó su atención ya que parecía estar tan cerca que tan solo con un brinco podría alcanzarla.
-¡Vaya! Ahora una estrella que habla y no solo habla, sino que está hablando conmigo, si el agua de ese río era curativa, entonces una de las frutas que comí era alucinante y claro que me hizo efecto. –pensó y dijo en voz alta. -Si dices que me has seguido desde que llegué, entonces; ¿Por qué no te habías dejado ver?
Le pregunta inquisitivo a la extraña voz que aún no acababa de creer que provenía de aquella brillante estrella en el cielo.
-Nunca me oculté caminante.
-No pudiste verme en el bosque porque las copas de los árboles me ocultaban.
Le contesta aquella voz femenina que parecía surgir de todos lados.
-Ajá. –le contesta sarcástico. -Y si no podías verme; ¿Cómo es que pudiste seguirme? Tú tampoco me podías ver a mí y menos durante el día.
-Por la noche los árboles me decían dónde estabas y como había estado tu día.
Le contesta la voz con un leve tono de paciencia y dulzura.
-Así que también los árboles hablan y si los árboles hablan, entonces: ¿Por qué yo no los escuché hablar?
-Si los escuchaste pero no entiendes su idioma. –le contesta la estrella.
-Mmm, así que los árboles de aquí no hablan español, pero las estrellas sí;¡Que me rapen si las frutas no eran alucinógenas! ¡Ya dime dónde estás! –preguntó mientras volteaba para todos lados.
-Ya te dije que estoy aquí arriba, soy la estrella más cercana y más brillante.
Le vuelve a decir la estrella a quien ésta vez agachando la cabeza como tratando de acomodar sus ideas, le pregunta.
-Mmm, suponiendo que sí, aceptando que estoy alucinado.
-Que es cierto que estoy hablando con una estrella, y no es producto de mi imaginación o alucinaciones por haber consumido frutas enervantes; ¿Podrías decirme que está sucediendo y en dónde estoy?
-Te diré lo que pueda y necesites saber, pero antes déjame decirte que eres igual de curioso y preguntón que una amiga que tengo. –le contesta la estrella con acento divertido. -Estás en Fíria, el mundo de las historias olvidadas, llegaste hace 2 noches desde el Desierto Infinito, el bosque silencioso que cruzaste se llama: “El Bosque de los Murmullos”, ahora te encuentras en la Pradera Marina y las grandes montañas que se ven de día en la distancia son los Montes Lunares.
-Pues suena muy interesante tu respuesta, estrella solitaria; ¿También podrías decirme qué estoy haciendo aquí?
-Eso te corresponde decirlo a ti, además de tu nombre. –le contesta la estrella.
-Pues verás, hace dos o tres días.
Le platica Juan de Dios a la estrella tratando de rememorar los acontecimientos.
-Me encontraba trabajando en un pozo petrolero cerca de Reynosa en la cuenca de Burgos, durante una operación de control de presiones tuvimos un accidente y se nos arrancó el pozo aventando fuego por todos lados, provocando que se incendiara la selva de mezquites que rodeaba a la pera, mientras todo el personal trataba de controlar y extinguir.
-El fuego, mi amigo Edgar y yo tratábamos de controlarlo rociando agua con una manguera de contra incendio y sin darnos cuenta cómo, fuimos encerrados por las llamas y al tratar de escapar corrimos en direcciones opuestas y entre buscándolo y tratando de que no me carbonizaran las llamas del mezquital encendido, pues llegué hasta aquí; ¿Cómo la ves?
-También es muy interesante tu historia, peregrino, pero yo no sé qué es un pozo petrolero, ni conozco mundos que se llamen Reynosa o Burgos y menos sé que sucedió con tu amigo Edgar, sólo sé que empiezas a interesarme y me gustaría saber el propósito que te trajo a este mundo de las historias olvidadas.
-Bueno, al menos ya me dijiste dónde estoy y veo que ahora la intrigada eres tú.
Le contesta mirando hacia varios puntos ya que aún se resistía a creer que estuviera charlando con una estrella del cielo.
-Puedes decirme al menos; ¿Por qué me siento tan bien, porqué me creció el pelo en tres días y que fue lo que sanó mis heridas?
-Eso si te lo puedo contestar peregrino, pero antes tienes que decirme tu nombre.
-Mi nombre es… mi nombre es…
Decía mientras se acomodaba el cabello y se rascaba la cabeza.
-¡Espera, diablos! No puedo recordar mi nombre; ¡Diablos! Sabía que algo se me había olvidado desde que inició este día pero es estúpidamente ridículo que haya olvidado mi nombre.
-Lo siento estrella solitaria, pero no puedo recordar mi nombre, tan solo recuerdo el nombre de Yurik, pero sé que ese no es mi nombre, lo recuerdo muy bien pero a la vez sé que no es mi nombre, aunque me gustaba hacerme llamar así porque lo usaba para otras cosas, es algo así como mi nombre clave o mi nombre artístico, pero yo no me llamo así; ¡Demonios! ¿Qué está pasando?
-¿Así que no recuerdas tu nombre de pila pero si recuerdas el nombre que siempre quisiste tener? Entonces te llamaré Yurik, ese es el nombre que siempre quisiste tener y como ahora estás en el mundo de las historias olvidadas, puedes ser y tener todo lo que te hubiera gustado ser o tener, en éste planeta donde él hubiera si existe.
Le dice la estrella suavizando aún más la voz, tratando de tranquilizarlo; Yurik pensó unos momentos en las palabras de la estrella antes de comentar algo.
-¿Dices que él hubiera si existe en éste mundo? ¡Claro! Recuerdo el nombre que siempre quise tener y olvidé el nombre que siempre tuve pero que de seguro no me gustaba, entonces el cabello largo lo tengo así porque siempre quise tenerlo así y dejé de ser un hombre gordo y panzón porque nunca quise ser un hombre gordo y panzón, ahora creo que entiendo lo que pasa; ¡Que maravilloso mundo es éste mi querida estrella! Entonces aquí olvidaré todas las cosas que no me gustaban o que me ponían triste y recordaré solo las que me ponían feliz; ¡Anda dime! ¿Es así este mundo?
-Si peregrino, éste mundo es así pero recuerda que nunca será bueno que olvides todo lo que te ponía triste, esos recuerdos quedan en el corazón, son parte de ti mismo y no los podrás olvidar ni aunque pases 1000 años en Fíria.
-¡Patrañas! –Contesta medio enfadado. -¿Quién quiere recordar cosas tristes? ¡Me siento tan bien así que no me interesa recordar nada de lo que antes me preocupaba! Una última pregunta estrella solitaria si las estrellas que hablan como tú, tienen nombre; ¿Podrías decirme el tuyo?
-¡Cuanta pregunta Yurik! Mi nombre es B’eila y cuidaré de ti siempre que puedas ver el cielo por las noches y ahora… ¿Podrías complacerme tocando para mí la melodía que cantaste anoche?
-¿La escuchaste estrella? –le pregunta asombrado. -Digo… ¡B’eila! ¿Tan alto canté que llegó a las estrellas?
-Si claro y ha sido la melodía más hermosa que jamás se haya escuchado en miles de años, además llegó a todos los rincones de este mundo llevada por el viento firiano.
-Pues verás, no sé si soy un cantante profesional ni nada por el estilo y tampoco sé si tengo buena voz, lo que sí sé es que soy un buen poeta, algunas personas que han leído lo que escribo, bueno no algunas, si no, miles de personas me han dicho que escribo muy bien y que tengo una especie de don para las letras, he compuesto pocas canciones y cientos de poemas, todas de mi inspiración, son vivos recuerdos hechos poema.
-Para conmemorar ciertos capítulos e historias de mi vida.
-¿Pues qué esperas? Recita, di o canta algo pronto que estoy ansiosa por escucharte, además el cielo se puede nublar de repente y ya no podría escucharte, necesito escucharte, que mientras más cosas recites o cantes, más cosas sabré de ti que me ayudarán a comprender el propósito o motivo que te trajo a éste mundo de las historias olvidadas.
Le dice B’eila con voz de impaciencia y nuestro caminante perdido, ahora llamado Yurik, soplando su pequeña armónica se dispuso a complacer a su nueva e interesante amiga, B’eila la estrella solitaria del Sur, entonando y recitando otro de sus poemas olvidados.
Tal vez el tiempo pase.
Tal vez el tiempo pase
Y un sentimiento quede impreso en unas hojas.
Tal vez el amor tan sólo sea un susurro
Como el viento que acaricia tu pelo.
Tal vez un corazón se detenga
Y los sentimientos queden guardados en una caja.
Tal vez el amor tan sólo sea un sueño
Como el viento que acaricia tus labios.
Tal vez hubo una vez un corazón solitario
Que se atrevió a soñar
Cuando encontró unas palabras en su ventana.
Escritas por alguien muy especial.
Tal vez nunca llegue a estar contigo
Y el calor de tus abrazos nunca pueda alcanzar.
Tal vez acabe siendo tan sólo un amigo
Que se perdió en el tiempo de tu felicidad.
Tal vez el tiempo pase
O Tal vez se detenga.
Tal vez nunca lo conozcas
Y tan sólo quiero que sepas.
De la existencia de un corazón en éste mundo.
Que buscando el verdadero amor
Ese sentimiento tan profundo
Un día se transformó.
En el caballero del viento.
En el viento solitario.
Apenas terminó de recitar su poesía a aquella solitaria estrella, se quedó profundamente dormido y la fogata se mantuvo encendida a fuego vivo toda la noche, como si algo o alguien se encargaran de mantenerla así y la estrella se alejó, diciéndole tiernamente al durmiente:
-Duerme tranquilo, caminante perdido, pero recuerda que nunca es bueno olvidar todo lo que te pone triste.