Capítulo 9
1568palabras
2022-08-08 12:47
Camila Sáez
Una semana después.
Nuevamente nos encontrábamos en la plaza, era hermosa, Leonardo se había quedado corto la primera vez que me habló de este lugar, supongo que no era muy expresivo en ese sentido, o tal vez, no se había dado el tiempo de fijarse en cada detalle de este sitio.

Anoche pasamos la noche fuera de la casa, solo llegamos esta mañana para darnos una ducha y cambiarnos de ropa, Martha, la madre de Leonardo, estaba muy preocupada por nosotros. ¿La razón? Leonardo se peleó con su padre por mi culpa, sabía que no le caía nada bien a ese señor, pero Leo insistía en que era todo lo contrario.
Día anterior.
Leonardo y yo bajamos a cenar, resulta que hemos pasado toda la tarde en la habitación porque hemos estado viendo una trilogía de películas de terror, así que habíamos perdido tiempo en aquello. Claro que, por las mañanas, el padre de Leo se lo llevaba para trabajar en la empresa.
_ Hasta que aparecen. – mencionó el padre de Leonardo, suponía hace ya algunos días que no le entraba mucho en gracia verme, y ya me imaginaba el por qué.
_ Estábamos viendo películas. – respondí tímidamente. El chico que estaba a mi lado tomó mi mano y me llevó hasta una silla para poder sentarme junto a él.
_ No tienes por qué darle explicaciones, Camila, él sabe perfectamente lo que estábamos haciendo, lo tiene todo controlado aquí en la casa. – mencionó Leonardo, no comprendí por qué había dicho eso.

_ No seas irrespetuoso. – mencionó Luciano, el padre de Leonardo.
_ Hasta que por fin haces y dices lo que deseas, Leo. – mencionó su hermano, siempre escuché comentarios de él cómo la oveja negra de la familia, pero él solo quería tener una vida propia y seguir sus convicciones, eso no es malo, creo.
_ ¡Tú no te metas, Leandro! – gritó el padre de Leo levantándose bruscamente de la mesa. Creí que era una discusión familiar, después de todo, todas las familias las tienen. – Tú no deberías estar aquí. – gritó nuevamente aquel hombre, me miraba directamente a mí. – No sé que le haz hecho a mi hijo que se comporta de esa manera.
_ Señ-señor yo-o. – mencioné tartamudeando. Leonardo se levantó enojado esta vez.

_ No tienes por qué decirle esas cosas, por primera vez en mi vida soy feliz y no estoy bajo tu absoluto control, déjame vivir en paz. – mencionó Leonardo.
_ Ella nunca debió venir a esta casa, no sé cómo mierda diste con esta oportunista. – mencionó su padre, sentí que mis ojos rápidamente comenzaron a llenarse con lágrimas, pero no quería que me viera llorar por su comentario.
_ Es todo, nos vamos. – dijo Leonardo, tomó mi mano y subimos a la habitación, sacó sus documentos y las llaves de su carro, yo hice lo mismo con mi bolso y salimos de su casa, no quería que la situación llegara a estos extremos, no quería verlo pelear con su padre por mi culpa.
_ Tal vez debería irme a mi casa, Leonardo, así no tendrías tantos problemas por mi culpa. – mencioné dejando caer una lágrima por mi mejilla.
_ No digas esas cosas, Camila, me destrozas cuando insinúas que me dejarás. – mencionó aparcando el auto donde pudo y volviéndose a mí para acariciar mi mejilla. – Te amo cómo nunca he amado a nadie, no quiero que te vayas. – mencionó nuevamente.
_ Perdón, es que no quiero que tengas problemas. – susurré mientras sentía cómo su pulgar rozaba mi labio inferior y acercaba su rostro al mío para poder besarme, necesitaba sentir sus labios con los míos.
_ Te amo. – susurró sonriendo y secando un par de lágrimas que se me escaparon cuando nuestro beso acabó. – Vamos, conseguiré un lindo lugar para que podamos pasar la noche. – mencionó, enarqué una ceja.
_ ¿No volveremos a casa? – pregunté, era obvio que no, pero de todas formas quería volver a escucharlo para asegurarme de su decisión.
_ No, no permitiré que nuevamente mi padre trate de insultarte. – mencionó sacando el auto del aparcado y luego seguimos la ruta que le marcaba el GPS, estuvo alrededor de una hora conduciendo quien sabe para donde, yo no prestaba mucha atención en las calles donde estábamos. – Llegamos. – mencionó sonriendo.
Bajamos del auto y entramos en el lugar que había dicho Leonardo, el señor que estaba en la recepción le entregó unas llaves y luego sonrió cuando me vio, no pude evitar pensar que había traído a otras mujeres aquí, provocando que no me sintiera nada cómoda con la situación, solo esperaba que estuviera equivocada.
Entramos en la habitación, seguía teniendo aquella sensación extraña, pero no quería decirle nada a Leonardo para que no se sintiera incómodo también.
_ ¿Sucede algo? – preguntó intuyendo que no me encontraba a gusto, pero negué con la cabeza.
_ Solo estoy cansada, creo que hemos flojeado demás. – mencioné sonriendo, tratando de que no se diera cuenta.
_ Creo que piensas otra cosa, Camila. Llevamos casi una semana juntos, pero te conozco mucho mejor de lo que piensas. – mencionó sonriendo. – Quédate tranquila, sé que mi pasado te persigue y te hace dudar de algunas acciones o decisiones que tomo, pero este lugar es uno que solo quise compartir contigo. – mencionó acercándose a mí. – Te amo y dije que te lo demostraría. – agregó.
_ Disculpa mis dudas, Leonardo, es solo que tu haz estado con tantas personas y yo solo he tenido una relación formal contigo. – respondí. – Muchas veces no sé cómo actuar y sobrellevar este tipo de situaciones. – agregué.
_ No pidas disculpas, Camila. – susurró acercándose a mí con una sonrisa en el rostro. – Quiero besarte. – mencionó con la misma sonrisa en su rostro. Acarició mis mejillas con sus pulgares, la distancia entre ambos era evidente cuando estábamos así, frente a frente, mi respiración se agitó de la nada, los nervios se apoderaban de mi cuerpo cómo si se tratara de la primera vez que me besaba. – No haremos nada si no lo quieres, Camila.
_ Te amo, Leonardo. Gracias por comprender. – mencioné, no sabía si se iba a cansar de mí por siempre poner algún impedimento para no tener relaciones sexuales con él, pero no podía negar que sus caricias últimamente quemaban en mi piel cómo si mi cuerpo le deseara de la misma manera en la que él dice desearme.
_ Te esperaré, Camila. Pero eso no quita que quiera devorar tus labios. – mencionó con esa sonrisa maliciosa que se le forma. Sin que me lo esperara juntó sus labios con los míos, su lengua parecía querer ganar una batalla contra la mía, amaba a Leonardo con todo mi ser, pero tenía miedo de querer demostrárselo de la manera que él quería.
Tiempo actual.
_ Hola señora, disculpe lo de anoche. – mencioné apenas vi a Martha, parecía que no había dormido en toda la noche, ella no se merece que le hagan eso. – Si lo desea me iré hoy mismo. – mencioné nuevamente.
_ No te preocupes, mi niña. – mencionó. – Leonardo hizo lo correcto, su padre estaba comportándose muy imprudente contigo y no lo mereces. – agregó sonriendo cálidamente. – Me hace feliz saber que ambos están bien. – terminó de decir.
_ Madre. – mencionó Leonardo sonriéndole a la mujer que le ha dado la vida. – ¿Mi padre se encuentra en casa? – preguntó mirando las escaleras. La mujer negó.
_ He hablado con él, quedó que no lo volvería a hacer, solo espero que lo diga en verdad, sabes cómo es. – respondió la mujer besando la frente de su hijo.
_ Bien, nos iremos a la habitación. – mencionó Leonardo. – Si sigue comportándose de esa manera tan despectiva en contra de Camila me iré con ella y comenzaremos una vida ella y yo juntos. – mencionó.
_ No tenemos que apresurarnos de esa manera, tampoco quiero que me vean cómo la persona que quiere alejarte de ellos. – mencioné sonriendo tímidamente.
_ Tranquila muchacha, si irse hará feliz a mi Leonardo lo entenderé, además, sé que eres una buena mujer, les deseo lo mejor en su relación. – mencionó Martha sonriendo y abrazándonos a ambos.
Subimos a la habitación de Leonardo luego de aquel emotivo momento junto a su madre, él cerró con llave y guardó su billetera y el resto de las cosas en la gaveta de su lado de la cama, y sí, cuando llegué desocupó una de los pequeños muebles para acomodar mis cosas.
_ ¿Veamos una película? – preguntó Leonardo besando mi cuello, cosa que me hizo estremecer. Asentí y él colocó la primera que encontró, solo queríamos estar juntos y pasar el tiempo lo más a gusto posible.
_ Te amo. – susurré cuando me acomodé en su pecho, me encantaba sentir su corazón latir, era una de las formas que tenía para poder calmar mi ansiedad. – Nunca pensé en amar tanto a alguien cómo a ti, Leonardo. Y eso me da miedo. – dije sonriendo tímidamente.
Me terminé quedando dormida en su pecho luego de varios minutos viendo aquella película, y es qué como no hacerlo, si me daba toda la paz que necesitaba.